JOSAFAT: UNA LECCIÓN PARA NUESTROS TIEMPOS. Por E.W. Bullinger
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Publicado el 11 de mayo de 2013
Publicado el 11 de mayo de 2013
La historia de Josafat no solamente se halla escrita en el Libro de Crónicas, sino también en el Libro de Reyes: y será bueno que nos quede claro la diferencia que existe entre estos dos libros; y también entre Samuel y Reyes por un lado, y Crónicas por el otro. Se trata de la misma historia, acerca del mismo pueblo, mayormente de los mismos acontecimientos; y sin embargo hay diferencias entre los dos relatos –no son discrepancias, sino diferencias. El hombre natural solamente puede ver aquí algo que le sirve de tropiezo; pero una vez que vemos la diferencia entre los dos libros, entonces nos damos cuenta de que, no solamente no hay nada que nos haga tropezar, sino que además vemos la belleza y la exactitud de la Palabra de Dios.
En los Libros de Samuel y Reyes tenemos la historia
BAJO EL PUNTO DE VISTA DEL HOMBRE –tan solo lo que el ojo externo humano puede
ver; pero en Crónicas tenemos los mismos acontecimientos desde el PUNTO DE
VISTA DE DIOS – se nos dan a ver las cosas por detrás del escenario exterior, y
se nos muestran las razones secretas de la historia. Esa es la diferencia. Un
ejemplo servirá mejor para ilustrarlo, que un gran número de palabras:
En Samuel leemos
acerca de la muerte de Saul; y por todo lo que allí leemos, fueron los filisteos
quienes lo asesinaron; pero cuando volvemos a leer el registro del mismo
acontecimiento en el Primer Libro de Crónicas en el décimo capítulo, vemos muy
pocas referencias de cómo murió Saul, y en los versículos 13 y 14 se nos dice
brevemente el por qué, es decir, la causa: “Así
murió Saúl por su rebelión que prevaricó contra Jehová, contra la Palabra del
SEÑOR Jehová, la cual no guardó, y
porque consultó una adivina, y no consultó al SEÑOR Jehová; por esta causa lo
mató, y traspasó el reino a David hijo de Isaí”. En 1ª Samuel 31 dice que
los filisteos asesinaron a Saúl; sin embargo en Crónicas dice que el Señor mató
a Saul. Dios tenía que cumplir un doble propósito: Tenía que castigar el gran y
grave pecado de Saúl; y además tenía que cumplir Su propósito afirmando a David
sobre el trono de Israel. Así que en uno de los Libros vemos el simple
acontecimiento, y en el otro vemos los motivos o razones secretas del porqué
sucedió.
Otro ejemplo se
ve en Ezequías. Su reino estaba dividido en dos grandes partes: Sus hazañas
militares y las reformas que hizo en el Templo por un lado, y en la adoración a
Dios por el otro. En el Segundo Libro de Reyes (cap.18:4-6) tenemos tres breves
versículos acerca de su Reforma, y en el Segundo Libro de Crónicas tres largos
capítulos (de 29 a 31): y con respecto a su asuntos militares sucede justamente
al contrario.
Esta será la llave siempre que surja una dificultad leyendo estos
libros. Esta es la razón de por qué era necesaria más de una historia. Tenemos
el punto de vista humano y el Divino; aquello que pertenecía a las apariencias
externas se da en Samuel y Reyes; mientras que lo que tenía que ver con “el
corazón”, y la secreta razón de todo, se da en Crónicas.
Con esta explicación volvemos al capítulo 19 del Segundo Libro de
Crónicas. No tenemos ni una sola palabra acerca de este capítulo en Reyes. ¿Por
qué? Pues porque contiene todo el secreto de la vida de Josafat; y nos capacita
para entender todo lo que leemos después.
Ahora bien, las palabras iniciales de cualquier libro, de cualquier
historia, o de una parte de la Palabra de Dios son siempre esenciales. Las
primeras palabras son todo; la primera ocurrencia de una expresión tiene
siempre un gran valor, dándonos la llave para todo lo que sigue. Observe las
primeras palabras del Señor Jesús. Debe haber hablado al tiempo en que todos
los niños comienzan a hablar, pero no se registran ninguna de las palabras que
declaró, hasta que tuvo doce años de edad. Cuando el Espíritu Santo Dios
escogió preservar las primeras palabras del Señor Jesús, es porque ciertamente
tenía por detrás una buena razón. ¿Cuáles fueron esas palabras? Solamente
estas: “¿No sabíais que en los negocios de
Mi Padre me es necesario estar?” Que
palabras tan maravillosas son estas cuando nos damos cuenta de la conexión que
tienen con el Salmo capítulo 40, y el 10º capitulo de Hebreos: “He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu
voluntad”.
Se trataba de “los negocios del Padre” a los que Él vino a ocuparse.
Ahora juntemos estas palabras con las últimas que profirió: “¡CONSUMADO ES!” ¿Qué es lo que estaba
consumado? Los negocios del Padre que él había venido a “tratar”. Para ver la
importancia y belleza de este gran principio, será bueno que sigamos esta regla
en lo que digamos y escribamos: porque hay un dicho que dice que “la primera impresión
es muy importante”.
Ahora bien, la primera impresión
que el Espíritu Santo nos ha dado acerca de Josafat es esta: “el cual se hizo fuerte contra Israel” (2ª
Crónicas 17:1). Estas palabras son la llave para la totalidad de su historia: y
para entenderla debemos recordar que Jeroboam, Rey de Israel, asentó las
tiendas en Betel y Dan, y los idolatras volvieron a introducirse al Templo de
Dios. Josafat “se esforzó contra” los
idólatras y la idolatría. Este esfuerzo contra la idolatría lo leemos en todas
las historias del Antiguo Testamento, así averiguamos qué es lo que agrada a
Dios. No nos deja la menor sombra de duda.
Posteriormente leemos que Josafat
“puso ejércitos en todas las ciudades fortificadas de Judá; y en el tercer
versículo dice: “Y EL SEÑOR estuvo con
Josafat, porque anduvo en los primeros caminos de David su padre, y no buscó a
los baales”. En estas pocas palabras tenemos la llave que nos capacita para
entender todo lo que vamos a leer a continuación. Josafat comenzó su reinado esforzándose
contra la idolatría; y haciendo mención de esto, el Espíritu Santo nos pone en
mente que todas y cada una de las palabras de Dios son de gran importancia en
la lectura de las Escrituras. No solamente son perfectas en sí mismas las
palabras, sino que también lo son en su orden, así como en su verdad.
Volvamos ahora al próximo capítulo, y en el primer versículo leemos: “Tenía, pues, Josafat riquezas y gloria en
abundancia; y contrajo parentesco con Acab” ¿!No es sorprendente!? En
primer lugar se esfuerza contra Israel, y
sin embargo aquí lo tenemos juntándose en
parentesco con Acab. Si no hubiésemos leído aquellas palabras iniciales
anteriores, hubiésemos pensado que nada
digno de señalar hay en esa alianza; sin embargo, en el capítulo diecinueve
tenemos lo que se halla por detrás de toda la fachada; y por eso, cuando ahora
leemos acerca de la comunión de parentesco que buscó con Acab nos quedamos
sorprendidos. ¡Había dejado de lado todo su esfuerzo contra Israel, y se emparentó
con Acab! Esta afinidad significa que casó a su hijo Joram con la hija de Acab,
Atalía. ¡Que cambio tan horroroso! ¿No os parece? Él al principio se llenó de
voluntad y se esforzó contra Acab, y ahora en cambio da en matrimonio a su hijo
para la hija de Acab. El Espíritu Santo ha registrado estas palabras para que
podamos observar, y conectar, y sopesar los dos hechos, y que podamos ver las consecuencias
de su parentesco con Acab.
“Y después de algunos años descendió a Samaria para
visitar a Acab; por lo que mató Acab muchas ovejas y bueyes para él” (2ª Crónicas 18:2). Si no se hubiese juntado en
parentesco con Acab, no hubiese tenido parte ni habría participado de la
hospitalidad de Acab; y vemos muy claro que la hija de Acab, y las ovejas y
bueyes de Acab, consiguieron lo que los hombres de guerra de Acab no habían
podido conseguir hacer anteriormente: porque
EL SEÑOR estaba con él cuando se esforzaba contra Acab, pero cuando
contrajo parentesco con Acab, el Señor ya no andaba con él, aunque Sus ojos no
lo perdieran nunca de vista.
El hecho siguiente nos muestra el resultado de esta visita, y fue que
Acab persuadió a Josafat que fuese con él
contra Ramot de Galaad (vers.2) que era una de las Ciudades de Refugio.
Esta ciudad había caído en manos de los Sirios, y Acab quería reconquistarla, pero
sabía que no podría llevar a cabo sus planes sin la ayuda de Josafat; por eso
le dijo (vers.3), “¿Quieres venir conmigo
contra Ramot de Galaad?” Y Josafat le respondió: “Yo soy como tú, y mi pueblo como tu pueblo; iremos contigo a la guerra”.
Ahora bien, debía haber algunas personas piadosas en Judá que dijeron: “nosotros no vamos hacer lo mismo; no
imitaremos a Josafat uniéndose así en alianza con aquel perverso idólatra Acab”:
y debió también haber algunos diciendo: “!
Oh! Pero mira, es buena persona; si supiese que esto es malo no lo haría; y
además, ¡mira que buena obra está haciendo! Es una de nuestras Ciudades de
Refugio, ¿no tenemos derecho a reclamar la ciudad de Ramot de Galaad que Dios
nos dio?” Si fue eso lo que algunos dijeron o no, no lo sabemos, pero es
exactamente lo que la gente dice hoy en día: “Estoy seguro de que, si supiera que esto no está mal, este buen hombre
no haría tal y tal cosa”. Sin embargo
hemos de saber lo que Dios piensa de todo el asunto.
Tenemos que preguntarnos qué son las “buenas obras”. No debemos tomar en
cuenta lo que el hombre define por “buenas obras”. Dios lo ha definido muy bien
en Efesios 2:10: donde Él habla de las “buenas obras” diciendo que son las que Dios ha preparado de antemano para que
anduviésemos en ellas. Solamente esas son “buenas obras”; ninguna más. Es
posible que haya grandes obras, pero no son buenas
obras. ¿Había sido esta una obra preparada por Dios para Josafat? Podemos
estar perfectamente seguros, por lo que ocurrió, que Él no la preparó ni la
dispuso. Josafat no solo se comprometió a sí mismo, sino también a su pueblo; y
después se sintió muy perturbado.
Observe el versículo siguiente: “Además
dijo Josafat al rey de Israel: Te ruego que consultes hoy la palabra del SEÑOR
JEHOVÁ”. Pero ya era demasiado tarde, después de haber dicho: iremos a la guerra contigo. Esto es
exactamente lo que sucede con la gente hoy en día; primero afirman y se
comprometen con lo que intentan hacer, y después “consultan al Señor”. Claro que nosotros deseamos hacer algo mejor
que eso. Ciertamente no queremos que el Señor nos ayude en nada a menos que sea
Su obra, a menos que sea lo que Él preparó para que nosotros lo hagamos. Sin
duda tenemos un beneficio que no tienen los que se contentan con intentar hacer la voluntad de Dios. Si
realmente supiésemos lo infinitamente más sabia que es la sabiduría de Dios que
la nuestra, deberíamos decir: “¿No has
ordenado Tú ya y preparado TODASLASCOSAS para mí?” Y no deberíamos ser
hallados planeando, calculando y desarrollando lo que hemos resuelto hacer por
nuestra cuenta, y después pidiéndole a Dios que nos guíe o ayude a llevarlo a
cabo.
Bien vemos cuán desasosegado se hallaba Josafat; porque, habiéndose
precipitado en el acuerdo sin tener en cuenta a Dios, quiso después además “consultar al Señor con la esperanza de que
Él aprobara el acuerdo que se había propuesto llevar a cabo”. Por ese
motivo reunió el rey de Israel a cuatrocientos hombres profetas, y les dijo, ¿Iremos a la guerra contra Ramot de Galaad,
o me estaré quieto? Y ellos dijeron: Sube, porque Dios la entregará en manos
del rey” (vers.5). Pero eran “falsos profetas”, los profetas de Baal, y
Josafat lo sabía, y sin embargo se dispuso a escuchar a estos hombres. Esto
debió complicarle más las cosas; pues en el versículo siguiente dice: ¿Hay aquí aún algún profeta del SEÑOR JEHOVÁ,
para que por medio de él indaguemos? Esto nos muestra el gran conflicto
mental que había en sus pensamientos. Acab dijo, “aún hay aquí un hombre por el cual podemos preguntar al SEÑOR JEHOVÁ;
mas yo lo aborrezco”. ¡Sí! Este es el caso que se da siempre: si somos
fieles portavoces para el Señor, seremos invariablemente odiados por el mundo;
y si no somos odiados por el enemigo, eso demuestra que no somos lo
suficientemente fieles en nuestro testimonio. Es una mala señal que tenemos si
el enemigo nos trata de manera insignificante. Si somos fieles a Dios, estamos
seguros de que seremos odiados. “Todo
aquel que quiera vivir piadosamente en este presente mundo malo sufrirá
persecución” (2ª Timoteo 3:12). Es una verdad absoluta; y por eso, aquí,
Acab dice: aún hay uno, pero yo lo
detesto. Tomemos por sumo gozo si somos llamados para experimentar en
prueba la verdad de las palabras del Señor: “No os maravilléis si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha
aborrecido antes que a vosotros”. Si buscamos la amistad del mundo, seremos
tanto despreciados como odiados. Así que, si vamos a ser odiados, seamos, al
menos, respetados.
Todos sabemos la historia subsecuente de Josafat y cómo Micaías, el
profeta del Señor Jehová, sabiendo que Israel perdería a su rey en resultado de
la expedición, dijo: “He visto a todo
Israel derramado por los montes como las ovejas sin pastor”. Pero ahora
veamos a Josafat. Es lamentable la posición en la que se halla envuelto. Tuvo
que aguantarse sentado allí, viendo al fiel testigo de Dios siendo abofeteado,
encadenado y puesto en prisión. Él sabía que era “un profeta del SEÑOR JEHOVÁ”, y no abrió su boca en defensa y
respaldo de Micaías. ¡Oh Dios mío! ¡Las dificultades y los tropiezos vienen
cuando dejamos los pasos rectos de fidelidad hacia Dios!
Y ahora viene la batalla; sin
embargo, antes de que comience, el Espíritu Santo nos lleva aparte, al
campamento de Israel para ver lo que sucederá a Josafat, y nos permite escuchar
lo que el rey de Israel dice en su tienda; después entonces Él nos lleva al
campamento de los Sirios, y nos permite oír lo que el rey de Siria le está
diciendo a sus capitanes.
Todos nosotros tenemos más de un nombre; y cada nombre refleja el trato
que tenemos con la persona que lo emplea. Todos tenemos un nombre por el cual
somos conocidos por personas no íntimas; otro para los que son nuestros amigos;
y, en nuestro propio hogar, tenemos un nombre por el cual somos solo conocidos
en su círculo íntimo. Cada nombre nos dice cual es el trato o relación que
conlleva. Y así sucede también con los Títulos Divinos. El Señor nuestro Dios
tiene muchos nombres por los cuales es conocido; y cada nombre denota una
relación especial y particular. ¡Se le conoce como DIOS! ¿Cuál es la relación
que tiene? ¡Con el Creador! ¿Cómo lo sabemos? ¿Qué fue lo que dijimos justo
antes, al respecto de que, la primera ocurrencia de un término, es la llave que
abre el entendimiento de todo? ¿Dónde se halla la primera ocurrencia de la
palabra “Dios”? En Génesis 1:1. Y la establece así: “En el principio DIOS CREÓ los cielos y la tierra”. Por eso,
siempre y cuando tengamos la palabra “Dios”, tenemos la idea del Creador. En el principio Dios creó y veremos esto
de aquí en adelante a través de todas las Escrituras.
Después en Génesis 2 tenemos JEHOVÁ, o SEÑOR,
en letras mayúsculas pequeñas. Él es Quien había creado al hombre, y ahora Él
trata con el hombre con fundamentos de pacto. Esta palabra, por tanto, expresa “la
relación de pacto entre Él y Su Pueblo”. Ahora estamos en una buena posición
para entender lo que viene en la Crónica. En el versículo 29 leemos: Y dijo el rey de Israel a Josafat: Yo me
disfrazaré para la batalla; pero tú
vístete de tus ropas reales”. Entonces se nos lleva al campamento de los
Sirios, y escuchamos al rey de Siria, ordenándole a los capitanes de los carros que tenía consigo, diciendo: no peleéis ni
con chico ni grande, sino solo con el rey de Israel” (vers.30). Y con estas
dos maravillosas llaves podemos ver y comprender lo que va a suceder a
continuación. Esos dos versículos nos cuentan todo el asunto en muy pocas
palabras. Cuando los sirios lleguen para pelear, y vean a Josafat en sus ropas
reales, van a pensar que es el rey de Israel. ¡Oh, qué cosa tan grave es ser
confundido con el peor de los reyes de Israel! A esa fue la posición que llegó Josafat y en
la cual se vio envuelto por su propia decisión. ¡Qué gran misericordia se le
extendió entonces, no tomándole Dios en cuenta la palabra cuando le dijo a Acab, “yo
soy como tú”!
En el versículo 31 leemos: “Cuando
los capitanes de los carros vieron a Josafat, dijeron: Este es el rey de
Israel. Y lo rodearon para pelear; más Josafat clamó, y el SEÑOR JEHOVÁ le
ayudó, y LOS APARTÓ DIOS de él. Josafat clamó, y el SEÑOR, Jehová, su Dios
Pactante, le ayudó; y Dios el Creador apartó a sus enemigos de él. Dios, solo
mantuvo su relación de Creador para con aquellos sirios; pero para Josafat
extendió su relación de pacto, como SEÑOR, y por eso fue por Él ayudado. No
sabemos nada acerca del tipo de poder que el Todopoderoso Creador empleó para
apartar a los sirios; pero, de todas formas, ¿no es maravilloso este versículo?
¿No nos muestra algo de la perfección de la Palabra Divina? Algunos podrán
naturalmente pensar que los diferentes nombres fueron empleados para abolir la
tautología, o repetición; pero no se trata de nada de eso.
Después entonces sabemos la secuela. Mas
disparando uno el arco a la ventura, hirió al rey de Israel entre las junturas
y el coselete. Él entonces dijo al cochero: Vuelve las riendas, y sácame del
campo, porque estoy mal herido”. Los sirios no reconocieron a Acab, aunque
pensaron que lo habían visto; pero Dios condujo la saeta tirada al acaso hasta
una pequeña apertura en su armadura, y Acab fue muerto. Josafat no era como
Acab; porque Jehová lo veía como uno de Su propio Pueblo. Y ahora estamos aquí estudiando
esta Escritura, la cual está escrita para
nuestra enseñanza, para que podamos descubrir qué es lo que el Señor piensa
de todo este asunto.
Josafat agradó a Dios cuando se
esforzó y se hizo fuerte contra Israel; sin embargo, preguntamos, ¿se
manifestó Su juicio cuando Josafat estableció
parentesco con Acab? El capítulo siguiente nos dice que, le salió al encuentro el vidente Jehú el
hijo de Hanani, y dijo al rey Josafat: “¿Al impío das ayuda, y amas a los que
aborrecen al SEÑOR JEHOVÁ? Pues ha salido de la presencia del SEÑOR ira contra
ti por eso.”
¿Deseamos ser agradables al Señor? Aquí tenemos una lección para
nosotros: ¡No nos mezclemos con los
idólatras! No busquemos “juntarnos en
parentesco con ellos de ninguna manera”. ¡Si los romanistas no son
idólatras, entonces jamás existió idólatra alguno! Los romanistas y ritualistas
no son solamente idólatras, sino que degradan a Su Dios comiéndoselo. Nosotros
hemos aprendido por esta historia que no tenemos nada que ver con los idólatras
si tenemos el deseo de agradar a Dios. “Todo
lo que se escribió antes, se escribió para nuestra instrucción” fue escrito
para nuestra enseñanza.
La Palabra de Dios no es solamente una luz para nuestros ojos, sino una
lámpara para nuestros pies, para exponernos donde colocarlos mientras
atravesamos el laberinto de este mundo perverso. Sin embargo, no obstante todo
lo que Josafat había atravesado, se nos dice (cap.19:1) que “volvió en paz a su casa en Jerusalén”. Observe
el contraste que tiene esto con la vuelta o retorno de Acab. No volvió en paz a
su casa. Esto es un retrato fiel de cómo trata con nosotros “el Dios de toda gracia”; Él, nuestro
Dios del Pacto. El Dios de Jacob lo que prácticamente significa es el Dios de toda gracia. El Dios de Jacob
significa el Dios con el cual Jacob tenía que tratar, cuando no merecía otra
cosa que ira. ¡Dios lo halló, y le dio gracia y favor inmerecidos! Le dio todas
las cosas, aunque nada mereciese; por eso está escrito: “Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob” (Salmos
146:5).
Ahora podríamos pensar que Josafat aprendió bien la lección de ahí para
adelante; pero mire el versículo 35 del 2º capítulo. Se nos lleva hasta el
final de su reinado, y debemos observar la belleza y perfección de las
palabras, y la plenitud de verdad que contienen dentro. Y después de cometer
este terrible error, y la gran tribulación que atravesó hasta que la maravillosa
gracia de Dios lo liberó, después de la advertencia solemnemente que había
recibido Josafat, el rey de Judá TRABÓ
AMISTAD con Ocozías rey de Israel”.
Bien podríamos pensar, tal vez, que este Ocozías fuese un hombre mejor que su
padre, pero no lo era – porque se añade “el
cual era dado a la impiedad”.
“HIZO CON ÉL COMPAÑÍA para construir naves que
fuesen a Tarsis”. Esta fue
una alianza comercial. Primero tenemos una alianza matrimonial; después una
alianza militar; y, finalmente, tenemos una alianza comercial. Eliezer hijo de
Dodava, de Maresa, profetizó contra Josafat, diciendo “Por cuanto has hecho compañía con Ocozías, Jehová destruirá tus obras. Este
es el resumen de todo. Tres veces repite el Espíritu Santo estas palabras
“hiciste compañía” para mostrarnos el verdadero secreto del mal; pero en el
Libro de Reyes (1ª Reyes 22:48) tenemos este hecho adicional:
Cuando se partieron las naves, el enemigo no le dejó irse libremente sin
otro asalto. Es cierto, los barcos que fueron construidos se rompieron, pero
sucedieron más cosas, y Ocozías el hijo de Acab le dijo: “Vayan mis siervos con los tuyos en las naves. Mas Josafat no quiso” ¡Gracias
a Dios! Al final aprendió la lección. ¡Ojalá que tengamos la gracia de
aprender! Y ahora, tenemos dos grandes lecciones para nuestro tiempo:
(1) Es de señalar que en
Inglaterra estamos atravesando por esta misma experiencia en nuestra historia
nacional. Nuestro Josafat fue James I. Ha sido a través suyo que tenemos la
Versión Autorizada (King James); él fue un buen hombre, pero también muy débil.
James I, igual que Josafat, entregó en matrimonio a su hijo Carlos con
una idólatra, Henrietta, la hija de Enrique, Rey de Francia. Por supuesto, bien
sabemos ahora que no debería haberlo hecho; y, si él hubiese leído esta
narrativa, habría salvado el país de un vasto número de miserias. Pasó por las
mismas tribulaciones que en el caso de Josafat; llevó al país al desastre
nacional.
El pecado de Josafat hizo correr mucha sangre en Jerusalén. Joram empezó
la tragedia matando a todos sus hermanos (2ª Crónicas 21); y después llegaron
los árabes, y asesinaron a todos sus hijos menos a uno (2ª Crónicas 21:16, 17;
22:1); y después, Atalía asesinó a los hijos de Ocozías, con excepción de Joas
(2ª Crónicas 22:10-12). No hubo otra cosa sino derramamiento de sangre y
asesinatos; y eso mismo fue lo que sucedió en Inglaterra. James unió en
matrimonio a su hijo con esta idólatra, y ella llegó a Inglaterra con grandes
pompas de estado. Un escritor de aquel tiempo dijo así: “Si la gente de Londres
supiese cuales son los las tribulaciones que esta mujer trae consigo, deberían
haber hecho un día de lamentación y pesar en vez de celebraciones festivas
santas”. Inglaterra se hallaba en guerra en respaldo de la causa Protestante, y
estaba participando del asedio de Rochelle. Tan pronto como el Rey y el Consejo
de Estado resolvieron emprender ciertos asuntos, provenientes de los
Confesionales, todos sus planes fracasaron y fueron frustrados. Las cosas
llegaron a un punto tal que el Parlamento tuvo que enviarle una protesta al
Rey. Condujo todo al desastre; acabó en guerra civil. Por todo el país hubo
derramamiento de sangre. A Carlos le cortaron la cabeza, y James II perdió su
trono, todo debido a esta “unión al emparentar” con idólatras. Las personas que
pasaron por este mar de tribulaciones determinaron que Inglaterra jamás debería
pasar otra vez por una experiencia como esta; y establecieron grandes
baluartes, tales como la prohibición diciendo que, el trono de Inglaterra, jamás podrá de nuevo ser ocupado: por un papista.
Pero en los últimos cincuenta años se ha permitido que estos baluartes vayan
siendo destruidos. Ahora queda muy poco de la Declaración Real, y el enemigo se
esfuerza en destruir el resto; y conseguirá sus propósitos si somos lo
suficientemente necios como para permitírselo. La causa de todos los males fue
la alianza con idólatras. Aprendamos nosotros esta lección en nuestra vida
privada, y en nuestra vida pública; porque esa es la raíz de todo el mal.
(2) Pero hay además otra lección. La primera
fue política. Esta es religiosa, y se conecta con la obra Cristiana.
En 1804 se formó en Londres la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera.
El difunto Sr. John Radley (un miembro de su comité nos dice, en un panfleto
publicado en defensa de esta Sociedad que uno de las primeras cartas registradas
era proveniente de un Sacerdote Católico Romano en Suabia), pide por cartas al
Comité que haga circular la Versión Católica Romana de la Vulgata Latina. Pero
los fundadores de la Sociedad en ninguna manera se juntaron así con los
idólatras y con su obra. El pedido se volvió a repetir, pero la respuesta fue
un total y final repudio y un logro de las versiones. Pasado algún tiempo, un
miembro y agente en el extranjero de la Sociedad se gastó la suma de dinero de
200 Libras esterlinas en la compra de esas corruptas Versiones; pero fue el
Comité que presidía la Sociedad en esos días quien pagó la suma total de sus
propios bolsillos, “antes que envolver a la Sociedad en una transacción, de
propiedades tan cuestionables”. Al mismo tiempo que el enemigo de la Verdad de
Dios ataca con estos asaltos la Sociedad, y aparentemente sin éxito, un más
insidioso atentado surge para minorar su obra que estaban llevando a cabo.
Cuando los hombres de guerra de Acab fracasaron, la hija de Acab tuvo éxito. Desde
el principio de la Sociedad, habían sido invitados la alianza de socinianos y arrianos;
y, pasados pocos años después, se fundó un Comité con estos que dejaron de lado
y no obedecieron los principios de sus fieles predecesores, y adoptaron
formalmente la circulación pública de las Versiones Romanas o Vulgata. Así se
juntaron en yugo desigual en el uso de las falsas Versiones preparadas por los
enemigos de la Fe Protestante.
El resultado de esta alianza fue desastroso, y así sucedió también en
los casos de Josafat, en Judá, y de James I, en Inglaterra: porque estas
Versiones romanas contienen los libros apócrifos, y una gran disputa y controversia
surgió con quien tiene su sede principal en Escocia. El difunto James, y Robert
Haldane, y el Dr. Andrés Thompson fueron los conquistadores de una Biblia Pura;
mientras que la puesta en circulación con los libros apócrifos fue defendida
con argumentos que minan y aguan el Canon de la propia Escritura.
El primer desastre se dio en la secesión de Escocia. Las Sociedades
Bíblicas Separatistas se formaron en Edimburgo, Glasgow y Aberdeen (ciudades
escocesas); las cuales se juntaron en “La Sociedad Bíblica de Escocia” en 1861.
Después de este primer desastre, se legislaron nuevas leyes, y se añadieron a
la Constitución de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera, prohibiendo la
circulación de los libros apócrifos de
cualquier forma o manera. Esto sucedió en 1824 y 1825. Sin embargo, en todo
este tiempo la Sociedad difiere de otras Sociedades en que no se inauguran sus
reuniones con oración; y los que son piadosos entre sus miembros se esfuerzan
para reparar las brechas y prevenir posteriores tribulaciones cambiando, en la
Reunión Anual de la Sociedad en 1831, que la palabra “Cristianos” en la Ley
Nona, “no debe ser tomada como inclusiva
de aquellos que niegan la Divinidad y las Expiaciones de Cristo”. Esta
resolución fue repudiada; y después se dio el segundo gran desastre, por la
secesión de muchos de sus “mejores y más santos” miembros, que formaron una
nueva Sociedad, y la denominaron “La Sociedad Bíblica Trinitaria”, siendo
entendido que el nombre es un intento de explicar y de justificar su separada
existencia. La oración fue adoptada por la antigua Sociedad el 8 de junio de
1857, pero siendo también miembros los ministros socinianos, todavía también
son capaces de “atender y votar” en las reuniones de su comité; las Versiones
Vulgata se mantienen en circulación (aunque sin los libros Apócrifos). En cuanto
a la circulación de los apócrifos se defendieron argumentos que minan y hurtan
el Canon de la Escritura, la circulación de estas versiones se defiende por
argumentos que minan la Inspiración de la Escritura.
Además, el ruego se hace para que aquellos buenos hombres (es decir,
como Josafat) no apruebe este tipo de alianzas, si son erradas; y esa es una
“buena obra” para hacer circular estos libros (como Josafat pensando que sería
bueno reconquistar Ramot de Galaad). Pero está escrito: “Mejor es el que se enseñorea de su espíritu que el que toma una
ciudad” (Proverbios 16:32). Josafat no se enseñoreó de su espíritu; ni
tampoco se llegó a adueñar de la ciudad. Pero a nosotros no se nos deja en la
duda en cuanto al veredicto del Señor sobre estas alianzas, tanto da que sean
con las Versiones romanistas, legislaciones Jesuitas, como con comuniones socinianas.
La palabra del profeta Jehú fue escrita para todas las edades, y conlleva una
solemne advertencia para todo el Pueblo del Señor hoy: ¿Das ayuda al impío, y amas a los que aborrecen al SEÑOR JEHOVÁ? –
2ª Crónicas 19:2.
Traducción Por Juan Luis Molina
Con la colaboración de Claudia Juárez Garbalena
DIOS TE BENDIGA HERMANA GRACIAS POR MARAVILLOSA ENSEÑANZA,DIOS ME LIBRE DE IR EN POS DE ÍDOLOS Y DIO ME GUARDE DE TODO MAL.SALUDOS
ResponderEliminar@Milagros Anton Así es Milagros! precioso compartir! Amén a tu oración! Dios te bendice!
ResponderEliminarINFINITA LA MISERICORDIA DEL SEÑOR NUESTRO DIOS. BENDITO SEA POR TODOS LOS SIGLOS, AMEN.
ResponderEliminarAmen amen
Eliminar@A D A N Amén!!! Gloria a Dios!!!
ResponderEliminarGracias Claudia, gran enseñanza.
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